miércoles, 25 de febrero de 2009

I. De 1939 al Concilio Vaticano II

Hay en el nacional-catolicismo un componente emocional y popular que debe valorarse después de la cruenta persecución religiosa, desatada en 1936 a raíz del alzamiento militar. Con tantos sacerdotes, religiosas y religiosos asesinados, el incendio de muchas iglesias y la supresión del culto, era explicable que rebrotara el fervor religioso y que los fieles, con excepciones, no pudieran mantener una distancia crítica frente a las manipulaciones del nuevo régimen –el Movimiento Nacional- que atrajo a la Iglesia (por lo menos al noventa y cinco de la jerarquía española) a base de ayudas –por otra parte necesarias- para rehacer los templos y otorgándole privilegios y convertirla así en uno de los pilares del nuevo estado. Esta situación se resquebrajó ya en los años cincuenta con la aparición de nuevos movimientos apostólicos que no comulgaban con el verticalismo de los sindicatos, ni con la dureza de la represión ideológica que conculcaba los derechos humanos, implícitamente reconocidos por la Iglesia universal.

Pero en los años cuarenta el católico normal quería ir a misa, bautizar a sus hijos y prepararles para la comunión y la confirmación. Los colegios religiosos constituían un bastión de la Iglesia, aunque en algunos se abusaba de las misas diarias y del exceso de prácticas religiosas con lo que fue semilla del anticlericalismo que hoy vivimos e incluso de las obsesivas actitudes de apostasía.
El integrismo en aquel período de 1939 a 1950 existía y se confundía con el nacional-catolicismo. Pero no eran exactamente lo mismo. A los católicos tradicionales, e incluso a los normales, sin etiqueta, les bastaba una Cristiandad pacífica, con procesiones que interrumpían el tráfico, santas misiones, etc. En definitiva se habían instalado en una Cristiandad sin problemas y por ello les molestaban las estridencias, las disquisiciones teológicas, las condenas de heterodoxia (de Maritain, por ejemplo) y el exceso de rigorismo litúrgico o ritual. La misa continuaba en latín, aunque fieles selectos usaban el Misal romano o los de sentimiento más catalán el Misal Romà del insigne presbítero Lluís Carreras quien, cerrando la breve fase de apoyo al franquismo, en 1944 fundó el Grup Torras i Bages, de estudiantes universitarios por el que pasaron los denostados por Germinans Jordi Pujol, Hilari Raguer, Joan Raventós, Anton Cañellas o Jordi Bonet, actual arquitecto de la Sagrada Familia.

La gente entonces tampoco comprendía algunas incipientes querellas entre sacerdotes. Había órdenes religiosas especialmente integristas, como los redentoristas o los sagrados corazones, de origen forastero. En otras predominaba la línea nacional-católica con la oposición de unos pocos “liberales”. Tal era el caso de los jesuitas donde la Congregación Mariana, que dependía de la orden, a pesar del control férreo del padre Manuel Vergés, fue evolucionando y entró en la dinámica conciliar, aunque antes había permitido la reconstrucción de la Acadèmia de la Llengua Catalana. Otras órdenes religiosas, como los capuchinos o los escolapios, igual que un selecto grupo de sacerdotes diocesanos (vinculados a los jóvenes de la Acción Católica o a grupos sociales) discrepaban de la dictadura y reafirmaban su catalanidad de acuerdo con la Tradició catalana del obispo Torras i Bages y la prohibida –por los “rojos” y por el franquismo- Federació de Joves Cristians, de un catolicismo social y moderadamente abierto, que había fundado el presbítero Albert Bonet quien, exiliado en 1936, bajo el impacto de la guerra desde 1939 vivía en Madrid y había recalado en la revista Ecclesia, órgano del episcopado español.

Continuará (…)

5 comentarios:

  1. Amigos,

    Por fin encuentro una web interesante sobre el integrismo católico español. Yo vivo en Roma: ¿quienes son realmente los de Germinans?
    En Roma se dice que son unos fanáticos del Cardenal Carles y actualmente seguidores del Obispo de Terrassa. ¿Es cierto?
    ¿Hablareis de Germinans?
    Pensad que en algunos centros romanos existe curiosidad por conocerlos. No entendemos tanto odio y mezquindad.

    Vuestro,

    Aurelio

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  2. Gabriel Martinez Voltes, Antonio, de Nou Barris, Marcià Clos, Antonio Corrales, Agustin Raposo... todos la misma persona. También conocido como Mossen Tomas Agustí i Balmes (¿qué pasó con contragerminans, hermoso?), Arnau Pujol i Prat, Francesc Oller, Josep Serarols Paredes y actualmente haciendo el... indio como A. De Foguera Alta. Te sigo la pista, es tan secillo como seguir el olor de una mofeta... dejas rastro allá por donde vas...

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  3. A las 13,07 veo que vuelve el "Angel Exterminador de Germinans"........

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  4. Para Aurelio.

    No vas desencaminado.

    Y además es seguro que el club de integristas católicos tienen algún buen contacto en Roma, cosa no sorprendente por otro lado.

    Cualquier sociólogo de la religión tendría tema para más de una tesis.

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  5. Existen coincidencias entre el integrismo, el fascismo y el lefrebismo. ¿Los integristas de Germinans son fascistas o lefebristas?

    Reyes Granado

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