Documento secreto de Germinans

Por un topo ocasional “El integrismo es pecado” ha obtenido copia de una propuesta del sector más ultra de Germinans que especula con una supuesta dimisión del cardenal Martínez Sistach por diversas razones. El documento parece escrito por un inquisidor y revela que la bilis que han tragado con la visita del Papa significa una victoria de la moderación eclesial, del cardenal y de la Cataluña católica, que existe y resiste los golpes bajos, tan miserables, de los no tan anónimos germinantes.

Vamos a resumir los principales untos de los ultras de Germinans. Para disimular el propósito de nombrar arzobispo de Barcelona a su adorado José Angel Saiz Meneses proponen que sea titular monseñor Vicente Juan Segura, obispo de Eivissa, valenciano y ex monaguillo del cardenal Carles (en sentido literal). Reconocen que es un personaje oscuro, que fue catapultado desde la Secretaría de Estado por motivos no aclarados. Casi nunca predica en ibicenco, como Dios manda, importa sacerdotes de Colombia y, a pesar de sus rarezas, es doctrina segura, como su segundo apellido. Monseñor Juan está muy ilusionado porque Oriolt le fue a visitar para comunicarle la fausta noticia.

La añagaza consiste en proponer, al cabo de pocos meses, de acuerdo con el Dr. Juan Segura, un obispo coadjutor: Meneses, que ha brillado en Terrassa con un seminario tridentino y conoce la trama germinante. Aunque no sea catalán ni valenciano, Meneses ha hecho suficientes méritos para ascender en el escalafón. Barcelona es su sueño y si ahora modera sus impulsos filointegristas, en el “Cap i Casal” entrará a saco, llenará dos seminarios (uno de los “quicos”) y volverán formas y úkases del nacionalcatolicismo. Hay que esperar agazapado...

Para no ser menos que el cardenal Carles, que tenía cinco auxiliares, monseñor Juan propondría tres y un año más tarde Meneses pediría dos. Entre los nombres que se barajan están Jaume González-Agápito, eclesiástico brillante con muchos doctorados y que fue fiscal del arzobispo, pero lo cesaron por su intransigencia. Otro Rafael Méndez, párroco dels Àngels, de Barcelona, personaje oscuro y que ha visto cómo sacerdotes colaboradores y fieles huían de la parroquia. Octavi Sánchez, quien como director de Catalunya Cristiana y de Ràdio Estel, cuando fue cesado, ambos medios de comunicación estaban bajo mínimos. Cuarto Alex Marzo, párroco de Argentona, quien por su integrismo la parroquia ha perdido fieles El quinto será Joaquim Fluriach, párroco de Caldes de Montbui.

Previendo que uno de los cinco sería promocionado a Lleida o Tortosa, quedaría el brillante Ramon Corts como auxiliar-coadjutor en la reserva, Gran Reserva.

Habiendo tomado posesión monseñor Juan, que no llegaría a cardenal, pero Meneses sí, empezaría la depuración drástica, de la archidiócesis de Barcelona con decretos, insecticidas y desodorantes eclesiásticos. Algunos sacerdotes, considerados progresistas o sistaquianos, se incardinarían a la fuerza en Terrassa donde serían vigilados por un comisario eclesiástico y cada quince días tendrían que hacer un informe sobre sus actividades. Otros se incardinarían en Vic, bajo la vigilancia del Instituto del Verbo Encarnado, alcaloide del integrismo. Cada día tendrían que acudir a una nave para ser reeducados en la doctrina segura que representan los obispos de Terrassa y Vic, especialmente. Sería algo parecido a los campos de reeducación de Mao, el gran artífice de la Revolución Cultural.

En el caso de Barcelona se trataría de una revolución eclesiástica ultraortodoxa. Se impondría en todas las parroquias una misa según la normativa tridentina de San Pío V y se prohibiría que los sacerdotes se vistieran de paisano. Se toleraría el clergyman, pero no en la curia. Y las mejores parroquias serían para los que llevaran sotana. De acuerdo con católicos del PP y de Ciudadanos se regularían las misas en catalán, dialecto separatista.

La llamada confesión comunitaria sería perseguida por germinantes de paisano, vestidos de hippies. Legionarios de Cristo, depurados, y “quicos” tendrían buenas tajadas en órganos de gobierno. Las mezquitas se convertirían –cerradas- en una especia de casas de tolerancia. En las misas se cantaría la copla: “Fuera, fuera, protestantes, fuera de nuestra nación...”. Se restablecería el palio (tejido en China) como el que Franco utilizaba para entrar en la iglesia y se ofrecería a Rajoy. Se volverán a consagrar iglesias mancilladas por el progresismo como el Pi y Sant Josep Oriol. Ah! El vicario general, para simular apertura, sería el laico Pablo Ginés, responsable de Religión de La Razón y amigo fervoroso de Germinans. Los sacerdotes sospechosos deberían presentar el guión de sus sermones previamente. La archidiócesis prepararía un homenaje clamoroso a Francisco José Fernández de la Cigoña, quien sería investido como canónigo honorario.